Luego de años de lucha lo has conseguido. ¡Tienes tu primer hogar! Tal vez no sea muy grande, o tal vez no tenga tantos cuartos como para tener a todos los invitados que esperabas pero…¡Ya no pagas renta y las reglas las haces solo tú!…¿Verdad? la respuesta a esta cuestión es un rotundo no.
Lo que muchos nuevos propietarios (y en especial los más jóvenes) parecen olvidar es que los conjuntos residenciales, cualquiera fuere su tipo, son justamente formados por un conglomerado de personas en las que, si bien podrán gozar de toda la privacidad en sus casas, lo mismo no se puede decir de todo aquello que afecte fuera de las paredes de un hogar en particular. En una comunidad todos y cada uno de los asuntos de las personas que la conforman pasan a ser, de manera más o menos imperceptible en la mayoría de los casos un asunto de importancia colectiva.
Muchos quizá no entiendan la manera en la que esto puede afectar su economía personal, pero lo cierto es que al momento de calcular los valores de una propiedad (la cual es el principal activo inmueble de la mayoría) un peritaje tomará en cuenta no solo las condiciones físicas en particular de una vivienda, sino que también las condiciones en la que la cotidianidad se lleva a cabo en el mencionado domicilio; en esta último apartado es cuando se tomarán en cuenta inclusive la calidad de vida que mantienen aquellas personas cercanas a tu propiedad, llegando incluso a afectar el veredicto sobre un monto de pedir algún tipo de financiamiento o en el caso de que se suscite una venta, de calcular una hipoteca, entre otro tipo de transacciones.
Aceptar las normas de convivencia típicas del barrio es solo la punta del iceberg, pues resulta que en rara vez falta aquel vecino al que simplemente estas le importan poco. Factores que están completamente fuera del alcance del control de los vecinos pueden llegar a afectar gravemente el valor de sus propiedades. Un ejemplo claro de esto es lo que sucede en barrios residenciales cercanos a entidades educativas, donde aunque pareciera ser una localización ideal para una familia, el hecho es que el pesado tráfico y el ruido es causal potencial de una devaluación en las propiedades circundantes. Efectos similares se observan en localidades donde repentinamente se establecen residencias estudiantiles universitarias ruidosas. En este último caso se deberá acudir a las autoridades de la municipalidad, no solo para cuidar el bienestar de la propiedad, si no también su valor.