Las complicaciones de ser el autopromotor de una vivienda son muchas, aunque la satisfacción de haber creado la casa que se adapta a las necesidades y al gusto del propietario, suelen compensar el esfuerzo invertido
Ser el autopromotor de una futura vivienda significa muchas ventajas, la principal es construir un inmueble a nuestras necesidades y que sea completamente lo que deseamos, otra de las ventajas es que al ser el promotor y propietario de una vivienda el mismo, este puede conseguir mejores ofertas en la construcción y precio del inmueble.
Es importante tener en cuenta de que no todo son ventajas, al momento de intentar materializar la idea de un futuro inmueble es importante sopesar las desventajas, pues el procedimiento de financiación no es tan accesible como cuando se trata de una vivienda ya construida.
Un proyecto de autopromoción necesita responder a una tasación, a diferencia de cualquier otra operación hipotecaria, el tasador no puede basarse en una vivienda, sino en un proyecto. Así, tomando el proyecto como única fuente de información, determinará el valor de la vivienda, este monto se compone del costo del suelo, de los gastos generales, incluidos en este concepto: impuestos, tasas, licencias para la construcción, etc., coste de edificación y el beneficio industrial, que es el beneficio del promotor si el inmueble estuviera a la venta, es decir, la cantidad que se ahorra el que decide construir.
Una de las complicaciones más comunes que es que pocos Bancos financian el beneficio industrial, lo cual reduce el importe a recibir. Como consecuencia el monto adquirido muy probablemente sea menor al que se necesita, al estar reducida la tasación, los obstáculos durante la construcción se incrementan.
Las limitaciones habituales en este tipo de hipotecas suelen incluir al resto de las partidas; los Bancos y Cajas con mayor frecuencia intentan evitar la financiación del suelo o bien no superan el 80% del coste de edificación y gastos generales. Estas restricciones sin duda alguna complican la tarea de edificar un hogar.
Otro problema de la autopromoción es que para ser acreedor a un crédito de este tipo se utiliza el sistema de certificaciones, que consta de todos los certificados para la construcción que va realizando el arquitecto conforme avanza el proyecto. Cada uno de estos certificados debe ser validado por el tasados, y calculado sobre el porcentaje de la realización de la obra. Por ejemplo, si la construcción se encuentra en un 50%, el Banco únicamente puede otorgar el 50% restante, aunque se calcule insuficiente, eso en el mejor de los casos, pues la entidad crediticia tiene la libertad de retener un porcentaje.
Antes de decantarse por ser el autopromotor de un inmueble, vale la pena estudiar en qué bancos se tienen las mejores posibilidades de financiación, dejando en segundo plano el tipo de interés, las cuotas y el plazo de amortización.