Hipoteca joven: un préstamo para los mileuristas

Ya tengas menos de 35 años, no residas en España o trabajes para la administración pública, debes saber que tienes un tipo de hipoteca adaptada a tu edad o tu empleo. Las entidades financieras han sacado al mercado diversos tipos de préstamos según el cliente objetivo al que van dirigidos.

Vamos a centrarnos en esta ocasión en las hipotecas destinadas a la gente joven y a conocer cuáles son sus ventajas e inconvenientes, quién puede acceder a ellas y qué requisitos debemos cumplir para que nos las concedan. Si tienes entre 30 y 35 años y estás pensando en comprar una vivienda abre bien los ojos porque en este post te explicamos todo lo relativo a este tipo de hipotecas.

Y es que la hipoteca joven es una buena opción cuando acabas de entrar en el mercado laboral hace poco tiempo, posees un sueldo no muy elevado y quieres acceder a un piso. Vamos, que este tipo de préstamo hipotecario es muy aconsejable para mileuristas, pues permite disfrutar de plazos más largos y, consecuentemente, abaratar las cuotas mensuales.

Qué características definen a una hipoteca joven

La hipoteca joven posee unas características que la diferencian de otras, como disponer de plazos de amortización de hasta cuarenta y cincuenta años, según la edad del cliente. Es entendible que a menos edad, mayor plazo de amortización. Esta diferenciación te permitirá pagar mensualmente cuotas más bajas, aunque sea por un periodo de tiempo más largo y pagando, lógicamente, unos intereses superiores a otras hipotecas.

Otra característica de este tipo de hipoteca es que se dirigen a jóvenes de hasta un máximo de 34 años, puesto que es difícil que una persona mayor de esta edad pueda hacer frente a una hipoteca dentro de cincuenta años, cuando su edad será de 84 años.

Por otra parte, algunos bancos permiten a sus clientes elegir la forma de pagar las cuotas, ya sean constantes o crecientes, lo que te permitirá pagar menos durante los primeros años.

Es muy posible, además, que no te obliguen a pedir un plan de pensiones y que sólo te pidan que contrates un seguro de vida o de hogar.

Respecto a la financiación, esta puede llegar a ser superior al 80%, dependiendo de la entidad financiera, lo que te permite hacer frente a la compra de tu casa sin necesidad de contar con unos ahorros elevados.

Por último, la hipoteca joven te ofrece la posibilidad de carencia inicial, por lo que en los primeros meses de pago del préstamo sólo abonarás los intereses, haciéndote más cómodo el pago inicial al quedarse unas cuotas más reducidas.

Requisitos para pedir una hipoteca joven

No obstante, puestos a pedir una hipoteca joven para comprar una vivienda, debes cumplir unos requisitos impuestos por las entidades financieras. Toma nota porque a continuación te los enumeramos:

1-Tener dinero ahorrado. Los bancos reclaman que para optar a una hipoteca dispongas del dinero suficiente para hacer frente al 30 o 35% del valor del inmueble. Con este dinero podrás sufragar los gastos derivados de la apertura de la hipoteca joven.

2-Tener un contrato indefinido. Este contrato te permite demostrar a la entidad financiera con la que has contratado la hipoteca que tienes la solvencia suficiente para hacer frente a los pagos de la deuda mensual.

3-No destinar más del 35% de nuestro sueldo a pagar la hipoteca. Es lo que aconseja el Banco de España para no endeudarnos todavía más.

No obstante, a la hora de buscar el mejor préstamo hipotecario para ti, debes tener en cuenta otras cosas, como buscar la hipoteca que te asegure los intereses más bajos, cuotas mensuales lo más reducidas posible, sin comisiones o las mínimas por incremento de la cuota.

¿Qué papeles debo presentar para solicitarla?

Si estás decidido a comprar una vivienda y vas a solicitar una hipoteca joven, debes armarte de paciencia y preparar toda la documentación que te van a requerir para ello. Entre los documentos que te exigirán se encuentra la identificación legal (NIF, NIE o pasaporte), el contrato laboral, las nóminas, el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y la declaración del Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF), así como el contrato de compraventa.